Constitución de la Fundación

Historia de una donación:
Visión de futuro y desprendimiento

La planificación de la nueva vía de comunicación asturiana, la autovía minera, que pasaba por Ferrera, tenía dos o tres posibles trazados, que originaron la inquietud general de los vecinos. Unido esto a varios robos efectuados en la zona, motivó reuniones vecinales para tratar la problemática que se planteaba. Estas reuniones se hacían en los pueblos vecinos, pues en Ferrera no teníamos ningún sitio adecuado, con lo que había que desplazarse.

Consuelo decía rezongando “somos los más probes del entorno, no tenemos ningún sitiu pa juntanos sino ye la caleya. ¡Qué poco arte tenemos to los vecinos!”

De ese comentario y reflexión surgió la idea de arreglar una casuca cuadra que tenia medio derruida y un hórreo cubierto de escallos, pero “con un pequeñu arreglu” podía ponerse en marcha. “Pa eso están les sustiferies”, comentaba Consuelo, que el trabajo no la menguaba.

No fue nada fácil llevar a cabo los proyectos de Consuelo. Muchas charlas y reuniones buscando soluciones hasta que se inicia el camino a las instituciones, para que nos ayuden a lograr de la mejor manera posible lo que Consuelo quería: cómo formalizar la donación que estaba dispuesta a hacer al pueblo.

En unos meses, se formaliza la donación, bajo la forma jurídica de fundación. Nace así la fundación que lleva, como no podía ser menos, el nombre de su promotora: Fundación Consuelo Suárez Fonseca.

Comienza el trabajo de reconstrucción de la casa cuadra, en la que vecinos del entorno pusieron todo su empeño y gran esfuerzo, tanto físico como económico. Hubo mucho trabajo para adecentar, limpiar, quitar maleza, hacer trabajo de albañilería, poner tejados, suelo firme,…, todo un reto que los voluntarios afrontan con alegría y entusiasmo. Muchas sustiferias, buen humor, bromas, lágrimas y en unos meses cambió completamente aquello, viendo logros conseguidos para poder iniciar el camino para realizar actividades como Fundación.

Consuelo tenía prisa por disfrutarlo. Con su vitalidad y alegría de vivir, su capacidad de trabajo y que, a pesar de los años, seguía plenamente en forma, quería ver su obra en plena actividad. Y lo vio y lo disfrutó. Gozó del cariño y aprecio de vecinos, del reconocimiento de instituciones y dejó un recuerdo imborrable y un legado permanente.

 

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